Jose Maria Ponce y Almiñanas "Ponce" |
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Nació en Cádiz el 31 de marzo de 1830, siendo carpintero antes que torero. Contrajo matrimonio con Cristina Ortega Díaz, hermana de los banderilleros Cuco y Lillo, el 13 de marzo de 1856, siendo testigos Juan García, Francisco Fernández y Antolín Cuenca. Se presenta en Madrid sin mediar alternativa, recibiéndola en Sevilla el 2 de octubre de 1859 de manos de Manuel Domínguez “Desperdicios”, atestiguando José Carmona “El Panadero”, con el toro "Chamuso" de Atanasio Martín. Y no fue mal torero. Al contrario, sin llegar a primera figura, el advenedizo Ponce -según Aurelio Ramírez Bernal- practicaba un toreo parado aunque seco y pausado, grave y valiente. Gustaba de recibir a los toros, suerte que practicaba con preferencia al volapié. La alternativa se la dio el conocido matador Manuel Domínguez en la plaza de Sevilla el 2 de octubre de 1859. Ponce pese a algunas críticas adversas tenía muy buen cartel en Andalucía. Al respecto de su buena aceptación por el público y mala por la crítica (algo que viene siendo recurrente en todas las épocas), es muy curiosa la reseña (que recoge José María de Cossío) de una corrida en Córdoba donde el torero tuvo un gran éxito lo que el revistero de turno (exigente y dogmático como todos los de la cáscara amarga) achacaba a la asistencia a la plaza de numerosos jornaleros, muchachos y (atención que la frase, que se pretende irónica, era y es de juzgado de guardia) "otros seres animados que el vulgo llama mujeres". Curioso personaje tuvo que ser este detestable crítico, elitista y misógino para más inri, del Boletín de Loterías y Toros. Una de las tardes más complicadas de la carrera de este torero, tuvo lugar en la plaza de toros de Cádiz en junio de 1867. El relato de esa corrida (cuya reseña también se puede leer en el Boletín de Loterías y Toros) lo hacía P.P.T. (pseudónimo de Aurelio Ramírez Bernal, crítico taurino malagueño) El segundo de la tarde se llamaba Caramelo, era colorado, ojo de perdiz, bien puesto de cabeza, de unas nueve yerbas (traducción: ocho años) y con mucho sentido. El toro tomó 27 varas de Pinto, Calderón, Gallardo y un reserva, rompió cuatro garrochas, dio siete caídas tremendas a los picadores (dejando a dos de ellos, Gallardo y el reserva, fuera de juego) y mató nueve caballos. Cada vez que salía de una vara perseguía al peón que estaba al quite, al que obligaba a tomar el olivo, donde el toro llegaba siempre antes pues cortaba el viaje escandalosamente. Al acabar, como se pudo, el tercio de banderillas el toro se entableró. El público viendo lo que había pidió que saliesen los mansos pero el Presidente dijo que nones. Por lo que Ponce (de azul y plata) salió muy resuelto con toda la plaza en expectante silencio. El toro se defendía con la cabeza en las nubes. Ponce pinchaba en hueso repetidamente y no conseguía matarlo. El torero en un momento dado, consiguió –embraguetándose mucho- darle una gran estocada en lo alto. El toro, al sentirse herido tiró un derrote y le enganchó por el brazo derecho, dándole un puntazo en la cabeza, un varetazo en el pecho y tirándole al suelo, cayendo el toro mortalmente herido al mismo tiempo. Cuando el torero se levantó, la ovación fue unánime y atronadora. Máxime cuando, pese a la oposición de los médicos y del Tato con el que alternaba, salió a matar a su segundo toro Copa-alta. Durante la lidia del toro sucedió un hecho curioso y es que al Cuco se le ocurrió quitarle la vara a un monosabio y, desde el callejón, descargar con ella un golpetazo sobre el lomo del toro escondiéndose tras la barrera a continuación. Según contaba este torero personalmente a Aurelio Ramírez Bernal, el toro al recibir el fuerte palo se volvió y poniendo las manos en el estribo asomó por el filo de la barrera el hocico para ver quien le había pegado el golpe. ¿Era o no sabio? Preguntaba el famoso banderillero. Ponce, después de un periplo por Veracruz, la Habana y Matanzas llegó a Perú donde fue muy bien recibido, esta vez tanto por el público como por la prensa. Y en esa ciudad, el día 2 de junio de 1872, el diestro que estaba enfermo en la cama, se levantó para participar gratuitamente en una corrida de 14 toros con el Salamanquino, Gerardo Caballero y Pedro Cortijo (de Valladolid) celebrada a beneficio de la Compañía Nacional de Bomberos. El segundo toro de la tarde de la ganadería regional de Bujama, dio muestras desde el primer momento de estar toreado, lo que causó la natural prevención entre las cuadrillas. Nuestro torero no obstante, le dio varios pases naturales pero al pasarlo con la derecha, el toro alargando la gaita lo alcanzó por la espalda, lo levantó un palmo del suelo y le propinó un leve puntazo en la parte superior del glúteo derecho. El Salamanquino a la media vuelta remató al toro, mientras Ponce se retiraba a la enfermería. La herida que parecía poco importante se le fue complicando por días. Al final se le declaró la gangrena y el 14 de julio de ese año fallecía. La noticia de la muerte de Ponce llegó muy pronto a España, siendo difundida a través de la prensa de la época y causando el consiguiente impacto.
¡La tierra le sea leve! El Boletín de Loterías y Toros daba así (el 9 de septiembre de 1872) la noticia de la muerte de Ponce en Lima. Había muerto –según el periódico- un hombre digno: El desgraciado matador de toros José Ponce, murió en Lima a las nueve de la noche del domingo 14 de julio de 1872, a consecuencia de una cogida leve que tuvo, matando el segundo toro de la corrida celebrada en aquella plaza el domingo 2 de junio, a beneficio de la Compañía Nacional de Bomberos. Ponce trabajaba gratis en dicha tarde, y lo hizo con toda la abnegación de un hombre digno, porque es notorio que estaba enfermo de tercianas, y se levantó de la cama por cumplir su palabra; la mala asistencia que tuvo el paciente desde un principio, y el mal estado de su sangre, hizo que sobreviniese la gangrena, que no pudo dominarse. Ponce tenía grandes simpatías en Lima, y su muerte ha sido muy sentida, habiéndosele costeado lujosos funerales, y sido acompañado el cadáver al cementerio por una gran concurrencia. ¡La tierra le sea leve!
Su amigo Tomás "el Nitri" le hizo una sentida seguiriya cuya letra dice en una de sus versiones (hay varias):
"Pobrecito de Ponce
que en Lima murió
como murió llamando a Cristina
murió y no la vio"
referencia: Los toros dan y quitan